18.5.11

El amor, ese animal dormido. Poema V

Este azul estar de mutuo acuerdo
tan endecasílabo al comienzo
tan oloroso a galaxia recién parida…

Alcanzar el sentido: rozar con la yema
de los verbos ese clítoris permanente:
la vida que emerge y responde,
el ombligo tierno de lo perfecto.

Llamo resplandor a lo que lejos
suena tras el aire (esquilas, valle,
cencerros regresando). Llamo rumores
a lo que brilla a mis pies traído
por las olas, llevado de nuevo más allá
de la espuma presente: meteoro diluido.

Veo rocas preñadas de musgo y siento
el sabido calor del diamante en la boca
y en cada una de las articulaciones
del cuerpo con la tierra: rodillas y codos
del hombre burro pensativo en su trono,
bisagras del desconocimiento.

Vuelvo a nombrar el pellejo de las cosas
y no hay respuesta. Tan sólo un amago
de luz retraída en el vertedero
de la conciencia.