18.11.12

HACIA ELLA


           Y amó tanto que el sol tomó partido 
               por su rubor:
               cantó gimió cubrió trepó espantó
               y caminó deprisa por las ramas
               de un Edén inventado cara al tiempo.

                    (Ángel González Quesada.
                    Toda la luz del mundo, 2003.)


A falta de absolutos verticales
otea horizontes en busca de un sol
donde mirar sed: sol donde asentar


largamente recientes frías lágrimas.

El amor de la tierra es suelo llano
por donde avanzar buscando ciudades
de un tiempo mineral que atado espera
manos como laúdes en suspenso.

Las cuerdas del deseo se agradecen
rotas y arrancadas ya es la hora
del topacio desenvuelto de carne
centrado en un pecho de mar a golpes.

Busca el encuentro, y se nombra en ella
a la espera ingrata de adolescencias
muertas donde nacieron las palabras
hacia ella siempre lo mismo, busca.

Pone acentos en el agua en todas
las vocales de la sed en los signos
que conforman la mirada y el tacto
y después es incapaz de pronunciar

el espacio colindante a un te amo
irrepetible la frase más clara
porque es respuesta y pregunta
luz de luz que sin luz permanece.
 




7.11.12

AZUL


Azul. Siempre se empieza
por el azul, de alguna forma.

Después todo es picar el arcoíris
en una máquina de moler carne.
Estar inconsciente y ver pasar
oleadas de papilla neutra
hacia la nada.
Ese es el transcurso de toda una vida.

Se empieza por el azul
y se termina haciendo llorar
a muchos otros, o a nadie.
Enterrado en el cementerio,
el mismo cementerio
de tus fantasías infantiles.