9.4.11

Poema sin foto

El enfermo de cáncer se convierte

de manera imperceptible

en un consumado especialista

en cerraduras, interruptores,

fusibles, carteles publicitarios

del ministerio de sanidad

y consumo, extintores, reflejos,

ascensores recónditos, miradas

de animal acorralado de otros

enfermos de cáncer, miradas

que no consiguen ocultar

el gran interrogante: hasta cuándo,

hasta cuándo tú, yo, nosotros, ella.

El enfermo de cáncer no suele

perder el sentido del tumor,

la conciencia de haber llegado a ser

un borde que juega con palabras

malignas, un resignado poeta

del miedo, un redomado

contador de los días que no pasan,

ahora sí, en balde, los días

que no pasan sin dejar venas

quemadas, insomnios, saliva

que se va espesando hasta sellar

los labios para siempre.