Hola. Hoy quisiera que al abrir este blog pensaras en mi como si no hubieran pasado mil años desde aquellos días que vivimos apresados entre el mar y la barbarie. Sí, bastaba entonces darse la vuelta y mirar al Mediterráneo, y olvidarse del monstruo a nuestras espaldas. Si le pones acento a la palabra monstruo en la primera o, verás cómo se molesta y sacude la espalda y se revuelve. Cosas de la ortografía.
El beso que te envío en este mensaje está encriptado. Nadie sabe que es para ti. Y sólo tú podrás sentirlo.
Para el resto de lectores de este blog: mis disculpas por no permitir comentarios a esta entrada.