9.12.05

ETERNIDADES

(La abuela Margarita)

No importa haber vivido sino quedarse,
haber dado la talla, haber estado
a la altura de lo circundante.
La vida. Tantos caminos,
tanto equipaje de dolor o rabia:
Mordazas, agravios, guerras
pactadas siempre por los mismos
con las mismas frases hechas
de metralla sin nombre ni apellidos.

Haber vivido nada sería
si el alma aquí no se quedara, reposada,
fecundando futuros: En este suelo,
en esta tierra donde brotan cardos
y fuentes, donde heridos habitamos,
donde la sombra es parte del juego
y el fuego arde y hay zozobra.

Porque el otro mundo, el de más allá,
como su propio nombre indica
no es el nuestro. Ni nunca lo será.
Nuestro hogar, la mesa puesta y el pan
compartido, la angustia terca
de los domingos, los amores ciegos
pero de ojos abiertos hacia el absoluto,
nuestros hijos preconcebidos, alumbrados,
desconocidos y oscuros, nuestras manos
poderosas, tristes y entrometidas.

Todo está en esta vida, y por eso
ha de hacerse tu voluntad, aquí en la tierra:
Porque es la nuestra. Y déjate de altos cielos.
Que las buenas almas por aquí se quedan
en nuestra única eternidad visible
e invisible, en nuestro reino de paz imperfecta,
continuando la estirpe a fuerza de sueños
a fuerza de lo que otros fueron
a fuerza de pervivir no sólo en el recuerdo
sino en la vida misma.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

Me ha encantado.

Anónimo dijo...

Todos tenemos algo de Aquiles en nosotros, siempre lo digo. Algo de deseo de pervivir y perdurar al tiempo en las memorias de la gente.
Lo cierto es que debe dar igua, la fama y el recuerdo de los otros, porque es algo que nosotros desconoceremos